De tin marín de do pingüé… Diferentes profes, con idéntica actitud (adherir al paro), tuvimos diferente tratamiento: a algunos nos denunciaron en San Luis y a otros no. ¿El criterio aplicado? Arbitrario y muy parecido a una medida de disciplinamiento.
La suma de 21,970 pesos con 38 centavos – casi 22 mil pesos, el monto descontado - es un precio accesible para poner de manifiesto la naturaleza de quienes gestionan y gobiernan. Pagan el salario en cuotas; persiguen a quienes piensan distinto; no atinan a una medida que atempere la galopante inflación que asfixia; insensibles incluso ante el llanto de maestras, parecen vivir en una realidad paralela en la que empatía, justicia social y solidaridad son conceptos extraños.
22 mil pesos menos no me van a complicar el mes. Espero que a los demás compañeros y compañeras a quienes les practicaron descuento tampoco. Los más viejos tenemos la experiencia de otras crisis, con otros gobiernos y gestiones igual de insolidarias e insensibles (o tal vez más). Y las sobrevivimos; no sin dolor, pero las sobrevivimos.
22 mil pesos es barato para recordar y recuperar el sentido de lo colectivo. De lo que fue este Instituto en particular y el sistema educativo de San Luis en general.
22 mil pesos.
Pago.
Lo lamento y necesito como todos los laburantes en tiempos de motosierra e inflación, pero lo pago. Y ni se me cruza por la cabeza reclamar una consideración para un reintegro. Creo que, ante la crisis presupuestaria por la que atraviesan – aparentemente - el Gobierno de la Provincia y el Instituto, y habiéndome notificado por comunicaciones anteriores de las dificultades que atraviesa la institución para proveer de insumos básicos, podrían tomarlo como un aporte para la compra de bidones de agua y papel higiénico.