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¿Y dónde está el piloto?

Publicado el Domingo, 16 Octubre 2022 10:22 Escrito por

La crisis económica del País es consecuencia de la crisis Política. La Economía no es aséptica. Siempre es Economía Política. Y la no intervención hegemónica del Estado en la Economía, es una mala Política.

Hoy encontramos un gobierno fragmentado, con un Frente de Todos más electoral que el Político-Social esperado. Un gobierno que a la fecha no ha cumplido con las promesas de campaña, dejándose presionar por los Grupos de Poder y sus representantes políticos, los economistas mentirosos y sus monopolios comunicacionales.

Han cargado una deuda ilegítima sobre las espaldas del Pueblo Argentino, y todo el Congreso Nacional, oficialistas y opositores, votó a favor de legitimar esa deuda ilegítima. No votaron judicializar a los responsables ni que respondan con sus bienes patrimoniales muy superiores al PBI. Votaron para que el Pueblo Argentino pague una deuda que no contrajo y sustraída indebidamente. Una vez más, se votó contra la Patria, demostrando que el Sistema Representativo en lugar del Participativo y Directo, es obsoleto. ¿Por qué no se consultó con referéndum?

No hay Poder más fuerte que aquél sustentado en la confianza del Pueblo. Nuestra Historia ha demostrado que los grandes cambios y transformaciones estructurales han sido posibles por esa confianza y las consecuentes decisiones políticas que los concretaron. También ha demostrado que la continuidad y profundización de esas transformaciones se han truncado cuando los gobernantes perdieron la confianza en la fuerza del Pueblo, por visiones subjetivas, oportunistas, legalistas, partidocráticas, cobardía o negociando con los enemigos del Bien Común, dando lugar a inacciones e indecisiones que llevaron al fracaso.

El que no tiene pecado, que tire la primera piedra. Los responsables de esta crisis política y económica que nos perjudica son tanto los grandes Grupos Económicos, como el Frente Político gobernante, la Alianza Política opositora, los Sindicalistas con sus eternas divisiones de Poder en lugar de defender a los trabajadores, y los Gobernadores Provinciales que no transparentan en Justicia Social la Coparticipación y oportunistas amnésicos de federalismo, lavándose las manos en decisiones nacionales.

Todos ellos son culpables de una grieta exclusivamente dirigencial, pretendiendo dividir al Pueblo en función de sus estériles disputas y transmitiendo públicamente su odio y violencia, mientras la población sufre las consecuencias de sus políticas y malos ejemplos.

No se admite una gestión de gobierno que no tome decisiones, o que mire a un costado, o se ampare en la cobarde justificación de ser respetuoso de leyes que tienen un origen constitucional liberal, pero aún con suficiente cobertura para el Bien Común. Tampoco se admite pedir audaces e inciertos salvatajes al poder económico extranjero para estabilizar con más deudas la economía, en tanto no haya crecimiento sin afectar a la población y a la soberanía, de lo contrario serán deudas imposibles de saldar, más allá de lo injustas que son.

Más allá de los discursos, no se actúa prioritariamente sobre los grupos formadores de precios, los especuladores financieros, los monopolios de siembra, de exportación, de las comunicaciones, de rentistas inmobiliarios, ni con la politización y libanización judicial. Se asiste impávidos e indiferentes a la escandalosa y progresiva acumulación de riqueza de una minoría empresaria, mientras el 36,5 % de la población (10 millones y medio de personas) sufre la pobreza y dentro de los cuales el 8,8% de la población (2 millones y medio) sufre indigencia. Ni qué hablar de 7 millones de jubilados viviendo con la mínima a merced de Obras Sociales sin servicios totales y gratuitos, negándoseles, además, el derecho al 82% móvil por un trabajo de toda la vida. Los economistas neoliberales consideran al trabajador pasivo un gasto, cuando son ellos los que tienen el corazón gastado.

¿De qué vale que la Economía crezca si no se genera trabajo? ¿Si no hay justicia social distributiva del ingreso de la riqueza producida por los trabajadores y expresada en trabajo genuino? ¿Y encima no se le paga el salario justo para una vida digna? ¿Si no hay reforma tributaria para que los que ganan más paguen más, diferenciando empresarios de trabajadores ya que estos últimos no tienen por qué pagar impuestos usurarios ni ganancias? ¿De qué vale que el País produzca una inmensa riqueza en alimentos para el exterior si falta comida en la mesa de los argentinos?

¿Cómo no va a haber crisis Política si tenemos una oposición con posturas irreductibles en nombre de la república y la democracia, que se queda en el frívolo juego partidocrático de intereses de bloque, pre-anunciando medidas impopulares de campaña hacia todo lo que sea público y Políticas Públicas, como tribunal ideológico emocional, pero en realidad con intenciones economicistas? ¿No se puede plantear y acordar Políticas de Estado más allá del signo político de quién esté gobernando?

Si recordamos al Menemismo, que siguiendo las recomendaciones del Consenso de Washington, consistente en recetas del FMI, del BID, del Banco Mundial y del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, privatizó todo lo público, para sostener ficticiamente una dolarización que empobreció al 43% del país, dejando a millones de familias sin trabajo en lugar de sostener la Economía y tipo de cambio con producción, generando una inflación que estalló en el 2001. ¿Salieron a la calle los políticos, los sindicalistas, los estudiantes…? No; fueron los jubilados quienes resistieron y enfrentaron al gobierno. La Clase Media lo hizo cuando le sacaron la plata del Banco. A la par de esto, nacieron las Organizaciones Sociales hoy cuestionadas, pero que fueron el único recurso a la ineptitud de los Partidos Políticos, del Gobierno y del Sindicalismo para paliar la pobreza.

Hoy se pretende tranquilizar a los mercados extranjeros, para asegurarles que no se saldrán de sus reglas de juego, y de paso tranquilizar a los mercados locales de que no interferirán en su rentabilidad, pero a costa del ajuste, la flexibilización laboral, la reforma previsional, el congelamiento de paritarias y la inestabilidad social.

Esta estrategia es muy difícil que convenza a nadie. Históricamente las recetas del FMI han fracasado generando dependencia y miseria; porque no puede haber crecimiento económico sin sustentabilidad social y con ajuste. Sin consumo, no habrá reactivación de la Economía ni trabajo, sólo aumento de la primarización con el campo y la minería, y el asiento de multinacionales en desmedro de la industria local, de las Pymes y desaparición la clase media.

Por último, sin intervención del Estado, sin estabilidad social y económica, sin confianza en la gente y sin unidad política, no hay garantías de continuidad ni éxito electoral. Sólo con trabajo, salarios dignos y sin inflación es el único camino… para empezar.

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Pablo Muract

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