La noche del viernes 19 de abril de 1991 fijó un triste mojón en la historia del rock nacional argentino. Si bien cuatro años antes, el 2 de mayo de 1987, cinco personas habían muerto durante un recital de Soda Stereo en la disco Highland Road de San Nicolás, la muerte del joven Walter Bulacio, luego de un operativo policial en las inmediaciones de un recital de los Redonditos de Ricota, se transformó en ícono y bandera de la lucha contra la represión policial y marcó para siempre a la banda del Indio Solari y Skay Beilinson.
Sobre el final de la década del ’80, sobre todo después de la salida del disco «Un baión para el ojo idiota», la popularidad de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota había crecido y la concurrencia a sus shows se hizo masiva. De a poco habían abandonado lugares chicos como el Teatro Bambalinas, Palladium, Cemento, el Parakultural, Airport o Satisfaction y empezaron a presentarse en estadios con más capacidad. Así, el 2 de diciembre de 1989 los «Redondos» debutaron en el Estadio Obras Sanitarias de la Capital Federal para presentar su disco «Bang! Bang! Estás liquidado». Durante 1990 «hicieron» otros nueve Obras entre agosto y diciembre y su primer recital de 1991 fue en el mismo estadio, la noche del 19 de abril.
Walter Bulacio tenía 17 años cuando se despidió de su abuela María Ramona Armas para subir al colectivo que lo llevaría al Estadio Obras Sanitarias. Fanático de San Lorenzo y de los Redonditos de Ricota, Bulacio cursaba el quinto año del secundario en el Colegio Nacional Bernardino Rivadavia de la ciudad de Buenos Aires. Vivía con su familia en Aldo Bonzi y había conseguido trabajo como caddy en el Campo Municipal de Golf para juntar plata con que pagarse el viaje de egresados. El 19 de abril de 1991 su abuela Ramona le dio algo de plata para comprar la entrada al recital. Walter le dijo que no volvería hasta la tarde del día siguiente, porque una vez terminado el show se quedaría en la Capital para poder ir a trabajar el sábado a la mañana. Se despidieron y Walter subió al colectivo. Nunca más volvió.
Esa noche, cerca de 21:00 Bulacio llegó con un grupo de amigos al Estadio Obras. Algunos ya tenían entrada, pero otros, entre los que estaba Walter, planeaban comprarla en la puerta. Allí les informaron que ya no había entradas a la venta. Muchos jóvenes habían quedado en la calle sin poder entrar a ver el show.
Antes de las 21:30 empezaron las corridas. La Policía Federal había montado un operativo más importante que los que había en otros recitales y empezó a detener a los jóvenes que aún estaban en las afueras del estadio. A Walter Bulacio lo subieron a un colectivo de la línea 151 y lo llevaron a la comisaría 35º. Por esa dependencia pasaron, según cálculos surgidos de las declaraciones en el juicio por la muerte de Bulacio, cerca de 100 detenidos, aunque sólo fueron registrados 73. Las recomendaciones que tenía la policía, indicaban que debía hacer 40 detenciones por «averiguación de antecedentes». Sin embargo el número fue mucho mayor. Entre los detenidos había una decena de menores de edad, apresados apelando al «Memorando 40», una orden policial de 1965 que autorizaba a los efectivos a detener a menores sin dar intervención a un juez . Uno de esos detenidos fue Walter.
Durante la madrugada Bulacio se quejó de dolores de cabeza y tuvo mareos. Sus compañeros de calabozo pidieron la presencia de un médico porque había vomitado. Recién a las 10 de la mañana del sábado 20 de abril se presentó una médica que lo evaluó y ordenó su internación. Fue llevado al Hospital Pirovano y después trasladado al Sanatorio Mitre. Llegó a decirle a los médicos que lo había golpeado la policía. Después entró en coma y murió el 26 de abril de 1991. Como señal de su paso por la Comisaría 35º, quedó un grafitti escrito por uno de sus amigos en la pared de un calabozo: «Jorge, Walter, Kiko, Erik, Leo, Nazareno, Betu y Héctor. Caímos por estar parados. 19/04/91»
La primera versión oficial, fomentada por la propia Policía Federal, indicaba que la muerte de Walter Bulacio se había producido por causas naturales, como consecuencia de un «aneurisma no traumático». Sin embargo la autopsia determinó que el joven había recibido golpes con algún objeto contundente en el torso, la cabeza y las extremidades. Algún tiempo después, su abuela Ramona dijo en una entrevista con la prensa: «Cerraron la causa diciendo que mi nieto había sufrido un accidente natural, un aneurisma. Pero se olvidaron que tenía hundido el ojo izquierdo, un hombro quebrado, tenía quemaduras en la planta del pie. Murió porque lo golpearon tanto que le provocaron un derrame»
Durante el mes de mayo de 1991 se hicieron las primeras las marchas y movilizaciones de jóvenes reclamando justicia. El nombre y el rostro de Walter empezaron a verse en carteles y banderas que poblaron esas marchas, las canchas de fútbol y los recitales de otras bandas. La familia Bulacio, representada por la abogada María del Carmen Verdú, pidió la detención de titular de la comisaría 35º, Comisario Miguel Angel Espósito, por el delito de «torturas seguidas de muerte». Por su parte, los Redonditos de Ricota mantuvieron durante años un silencio sobre el asunto, que algunos consideraron como cómplice. Sólo en algún recital, el Indio Solari mencionó a «la banda de Aldo Bonzi» y a «Walter».
En 1992 se fundó la CORREPI (Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional), una organización política que se desarrolló en el campo de los Derechos Humanos, enfocándose principalmente en casos de represión por parte del Estado. María del Carmen Verdú fue su cara visible desde el comienzo y la causa por la muerte de Walter Bulacio fue la insignia de la organización.
Sin embargo, pese a la perseverancia de la CORREPI y de la abuela de Walter, la causa judicial fue una más de las tantas que se navegan sin resolución por los pasillos de los tribunales . En noviembre de 1992 el Comisario Espósito fue sobreseído del delito de «torturas seguidas de muerte» pero un año más tarde la Corte Suprema rechazó el sobreseimiento. Recién en 1995 un Juzgado de Primera Instancia reabrió la causa por «privación ilegítima de la libertad». La Fiscalía pidió 15 años de prisión para Espósito por las 73 detenciones que habían sido registradas en los libros de la comisaría pero una constante de pedidos de nulidad y otras trabas legales llevaron a esa causa a la prescripción.
En 1997 la CORREPI, siempre en representación de la familia Bulacio, presentó una denuncia ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos por la falta de justicia. En 2002 prescribió la causa contra Espósito. En septiembre de 2003, el Estado Argentino reconoció a la Corte Internacional que Walter Bulacio fue «víctima de una violación de sus derechos en cuanto a un inapropiado ejercicio del deber de custodia y a una detención ilegítima». En respuesta, la Corte reclamó al Estado «acciones enérgicas» para evitar la prescripción de la causa, hecho que se cumplió en noviembre de 2005, cuando la prescripción fue declarada nula por la Corte Suprema.
Después de 22 años de la muerte de Walter Bulacio y después de que pasara por las manos de casi cincuenta jueces y acumulara 4500 fojas, en lo que la abogada María del Carmen Verdú definió como un «oscuro túnel kafkiano», en septiembre de 2013, la causa llegó a juicio oral, con la acusación contra Miguel Angel Espósito por el delito de «privación ilegítima de la libertad».
Finalmente el 8 de noviembre de 2013 el Triubunal Oral en lo Criminal N°29 consideró que Miguel Angel Espósito era culpable del delito de «privación ilegítima de la libertad, agravada por ser cometida por un funcionario público» y lo condenó a tres años de prisión en suspenso. Algo bastante parecido a la nada.
«Ayer soñé con Walter»
En 1991 salió a la calle «Algo mejor», el tercer disco de estudio de Fabiana Cantilo. Fue el álbum más popular de la cantante. La producción estuvo a cargo de Fito Páez y entre los músicos que participaron del disco estuvieron Gustavo Cerati, Gabriel Carámbula, Tweety González, Ulises Butrón, Guillermo Vadalá y el propio Páez. Además colaboraron con canciones Celeste Carballo y Andrés Calamaro, que aportó la archi-escuchada «Mi enfermedad». Pero entre la lista de temas, había una canción escrita por Fito Páez y Roly Ureta, dedicada al caso Bulacio : «Ayer soñé con Walter».
Si bien, hubo otras bandas, como Los Fabulosos Cadillacs y Resistencia Suburbana, que homenajearon al joven de Aldo Bonzi con sus canciones, «Ayer soñé con Walter» fue la primera y fue editada pocos meses después de su muerte.
Ayer soñé con Walter
Letra y Música: Fito Páez – Roly Ureta
Ya salieron bandas
a ver un grupo de Rock ’n Roll
ya salimos las bandas
algunos entran algunos no
y salimos disparados en un Big Ban
y salimos disparados por la vida
todo el mundo esta bailando
pero ellos no.
Ayer soñé con Walter
Ayer soñé con Walter en la prisión
Y ustedes no ?
ah no sé, no sé, yo no vi nada…
Después corrieron a un bar
Corrieron y nosotros dos
cuarenta tienen que entrar
se los llevaron igual
Y salieron disparados en un micro
y salieron disparados en un micro
todo el mundo esta saltando
pero ellos no
Ayer soñé con Walter
Ayer soñé con Walter en la prisión
Jorge estaba ahi con él
y a las siete se cayó
lo arrastró hasta la Cipec
y su vomitó limpio
cada agujero de la red
cada golpe que sintió
cada lágrima de sal
cada show de Rock ’n Roll
nadie se hace cargo allí
nadie se hace cargo allá
demasiado para él
y el que ya no aguanto más
Ayer soñé con Walter
Ayer soñé con Walter
Ayer soñé con Walter
Ayer soñé con Walter en la prisión
Yo vivo en un barrio gris
no hay milagros del señor
la guitarra que rompí
la robé en una estación
jueces del anochecer
polizontes del horror
usted quiere a su mujer
yo quiero una explicación
yo no voy a soportar
una noche por ahí
cuando me baje del tren
sin revolver ni matriz
Soñé con Walter
soñé con Walter
soñé con Walter
yo no soñé con Walter
FUENTES: